Gran parte de la sociedad sigue confundiendo sexualidad con relaciones sexuales, y relaciones sexuales con coitos. Mantiene la idea de que cuanto más nos aproximemos a ciertos ideales de hombre y mujer, mejor, y que si se tiene pareja, mejor todavía. Hecho, por tanto, que se agrava con personas con discapacidad en las que en muchas ocasiones sus cuerpos se alejan del ideal de belleza, y que puede que no tengan ni pareja ni coitos. Por ello, "en ocasiones la sociedad lo acaba viendo como una sexualidad de segunda categoría, o bien que no puede ser plena. Indudablemente, se equivocan", asegura tajante Carlos de la Cruz, responsable de la Asesoría de Sexualidad y Discapacidad del Ayuntamiento de Leganés, (la única de estas características en toda España) y vicepresidente de la Asociación Sexualidad y Discapacidad.
El 13 de diciembre de 2006, se celebró en Nueva York la Convención Internacional sobre los Derechos de las Personas con Discapacidad en la que varios de sus artículos muestran explícitamente aspectos claves sobre Salud Sexual y Reproductiva (SSR). Del mismo modo, la Organización Mundial de la Salud (OMS) publicó en 2009 una guía de recomendaciones generales sobre la Promoción de la Salud Sexual y Reproductiva (SSR) para estas personas, ya que esta entidad defiende que todos los seres humanos tienen derecho a vivir una sexualidad sana, libre, y responsable. Todos.
"El sexo a su vida les aporta lo mismo que a la mía", asegura de la Cruz, es decir, el sexo contribuye a mejorar su calidad de vida en todos los aspectos y en todas sus dimensiones: bienestar emocional, relaciones interpersonales, desarrollo personal etc.
Del mismo modo, la Fundació Ecom, que agrupa más de 180 asociaciones de personas con discapacidad física de toda España, mantiene que "deben tener la libertad de decidir sobre cualquier aspecto de su vida, también sobre su sexualidad". Por ello, su objetivo como sociedad, comenta su presidente Antonio Guillén, no es otro que el de integrar a las personas con discapacidad en todas las esferas de la vida cotidiana, y la sexualidad es una más de ellas. "La discapacidad no constituye un factor que imposibilite las prácticas erótico-afectivas y el ejercicio de los derechos sexuales y reproductivos", afirma.
Además, de la Cruz mantiene que hay dos errores claves en todo este andamiaje: uno, es no ver (no querer ver) la sexualidad de las personas con discapacidad y otro, es verla como si todas las discapacidades fuesen iguales. "Si ya es un error utilizar recursos infantiles con personas adultas con discapacidad intelectual, ¡más aún con personas con otro tipo de discapacidad!", se lamenta.
Úrsula González Del Castillo
1º Trabajo Social
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